Seguimos nuestra ruta hacia el este haciendo breves paradas en lugares, donde los viejos tiempos y las tradiciones, se hubiesen establecido y acomodado.
Son representaciones de cómo vivían y decoraban sus casas los antiguos habitantes de la zona.
Aún se respira, entre sus paredes de turba, ese aroma a un tiempo donde todo se hacia a mano.



Seguimos entre valles y un incesante despilfarro de pequeñas cataratas. Rendija que miras, cascadita que te crió.

Antes de terminar el día hemos hecho nuestra primera salida para observar cetáceos.
Lluvia, viento y frío entre marineros vomitando por la borda, pero un par de «Humpback Whales» bien vale una vomitada, no? 😉
